Vuelvo de Puno con rabia y esperanza, sí, ambas a la vez, como fuego y agua en el corazón.

Este fin de semana conocí a la familia Ramírez que se dedica a la producción de leche y quesos. Lo que tienen hoy es el resultado de décadas de esfuerzo y perseverancia mejorando la calidad genética de sus vacas, cultivando una alfalfa rica en proteínas para alimentarlas y producir 1800 litros de nutritiva leche por día. A pesar de todo esto no pueden competir con Gloria porque la única manera de vender leche "en serio" es pasteurizándola. Intentaron hacerlo hace 10 años atrás, invirtieron en una planta para procesar leche con el sueño de envasarla en Tetra pak,  pero cuando empezaron con su proyecto Gloria se apresuró en instalar una planta de acopio  en Puno y jaló a todos los productores. Luego vendría la nefasta ley de Alan García que legalizó la importación y reconstitución de leche en polvo que permitió a la gran industria vender leche "bamba" como si fuera leche pura en clara competencia desleal con los ganaderos, a quienes arrinconó para comprarles su leche a precios que apenas cubren los costos de producción (entre S/.0,80 y S/. 1,00 el litro).

Hoy la única manera de hacer rentable su producción de leche es convirtiéndola en queso, pero ahí tampoco la tienen fácil. "Las grandes cadenas comerciales te pagan un mes después y si tu producto no se mueve te lo devuelven", nos cuenta Omar, mientras nos muestra las 5 variedades de queso que han logrado producir: paria, andino, mozzarella, gouda y tilsit.

El Sr. Julián, patriarca e iniciador de esta empresa familiar, no renuncia al sueño de la planta pasteurizadora y envasadora con Tetra pak. "Pero no queremos hacer como Gloria y acopiar lo que producen los demás sino hacer que cada asociación de productores pueda procesar, envasar y comercializar su leche y así puedan ganar el doble de lo que ganan ahora", nos dice con optimismo y convicción. Nos cuenta que una gran empresa de la industria alimentaria quiso comprarle la planta que hoy está parada para terminar de implementarla. "No acepté. Esta planta tiene que ser para Puno, para los ganaderos de aquí, para nuestra gente", nos cuenta mientras a mí se me hace un nudo en la garganta de rabia y de esperanza, sí, ambas a la vez. ¿Por qué el Estado no puede apoyar esta iniciativa que beneficiaría a los miles de ganaderos de la región? ¿Por qué para Gloria, Kuntur wasi, Odebrecht y Cia. sí hay cofinanciamiento, asociación público privada, leyes a medida, adendas, favores y para las pequeñas y medianas empresas nada? Me da bronca, pero ahí está el Sr. Julián, sonriente y con los ojitos llenos de esperanza, pensando en su Puno querido, dispuesto a seguir luchándola para que su sueño se haga realidad. "Fue un compromiso con mi mamá antes de que nos dejara en el 2010", me dice Omar.

Ese mismo año se fue mi mamá y así como la señora Emmita sigue inspirando a su familia, así vuelvo a ver a Gabriela fuerte y perseverante, y vuelvo a creer que sí es posible. La sonrisa del señor Julián me lo confirma.

Gracias, Puno.