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museo inkariy. (foto: verónika mendoza)

El Museo Inkariy

Un encuentro con nuestra historia

Para saber a dónde vamos es esencial saber de dónde venimos.

Publicado: 2018-03-18

¿Quién no ha soñado alguna vez con viajar al pasado y encontrarse con los personajes reales o míticos que fueron moldeando las raíces de nuestra historia y prefigurando nuestra identidad? ¿Quién no ha cavilado tratando de imaginar cómo vivían, cómo se vestían, cómo adoraban a sus dioses? 

Hoy, la familia Mérida de Cusco nos regala la posibilidad de hacer ese sueño realidad: viajar en el tiempo, rozar con los ojos los instrumentos musicales, las vestimentas, las armas, los objetos sagrados que usaron nuestros antepasados a lo largo de 5000 años de historia del Perú prehispánico. Atravesando cada una de las 8 salas del Museo Inkariy de Calca, y transportados por los sonidos de instrumentos ancestrales a los cuales han devuelto la vida, uno viaja, sueña, confirma lo que antes solo eran borrosas pinceladas en la imaginación. 

museo inkariy (foto: verónika mendoza)

Hoy que la podredumbre de nuestra clase político-empresarial golpea nuestra moral como país y empaña nuestro imaginario nacional, nuestro rico pasado es un espejo en el que podemos mirarnos para recordar de qué estamos hechos, las tempestades naturales y políticas que hemos atravesado y que, al final, solo nos han hecho más grandes y fuertes. Por eso, el día que conocí y recorrí el museo, mi corazón vibró de orgullo y pude ver en los ojos de mi hija de seis años, embelesada con el viaje, un futuro de luz y esperanza.

Para saber a dónde vamos es esencial saber de dónde venimos.

Don Edgar Mérida lo sabe, se lo enseñó su padre y él se lo transmitió a sus hijos, moldeando el barro, desafiando los colores de la tierra, domando los metales y las piedras para hacerlos hablar, contar historias y, ahí en el Museo Inkariy, contar la Historia. Con rigor e infinita paciencia han reproducido centenares de piezas museográficas y personajes hiperrealistas que recrean las culturas Caral, Chavín, Paracas, Mochica, Nazca, Wari, Chimú, Lambayeque, Inca. De pronto uno puede ver un fardo paracas descendiendo a las entrañas de la tierra cual semilla o un Señor Mochica anunciado por su guardia completa, hombres escarbando la arena para dibujar las líneas de Nazca que hoy solo logramos ver desde una avioneta, o adentrarse en el templo mayor de Chavín de Huántar y sentir cierto escalofrío frente al imponente lanzón de piedra.

museo inkariy (foto: verónika Mendoza)

Pero el Museo Inkariy no solo es infraestructura, escultura, orfebrería, museografía. Es un espacio de encuentro, un nudo en una gran red de artistas, historiadores, arqueólogos que han colaborado para hacerlo realidad y que hoy tejen nuevos proyectos de proyección cultural. Es también un espacio abierto a la comunidad. La familia Mérida ha abierto las puertas del museo innumerables veces a los niños de escuelas de diversos lugares del país, así como niños de las comunidades del Valle Sagrado para quienes subvenciona y organiza visitas guiadas en su lengua materna, el quechua.

Es el esfuerzo de una familia cusqueña invalorable, generosa, que ha proyectado nuestra riqueza en el mundo y que hoy nos ofrece un maravilloso espacio de encuentro con nuestra historia ahí en el Valle Sagrado, al amparo del apu Pitusiray. Por eso, no se entiende que el Ministerio de Cultura, en lugar de apoyar este esfuerzo y proyectarlo, se empeñe en ponerle trabas burocráticas y ahora pretenda censurar una escultura que es una interpretación artística del Dios de los báculos y que se encuentra dentro de la propiedad privada de la familia Mérida. El Ministerio alega que la escultura “altera el paisaje” sin mayor precisión que fundamente una apreciación en realidad subjetiva. ¿Por qué se permite que cadenas hoteleras transnacionales agredan nuestro patrimonio cultural una y otra vez, pero se persigue valiosos emprendimientos familiares como el de los Mérida? ¿Corrupción? ¿Envidia?

Por favor, si está en Cusco o tiene previsto ir, vaya al Museo Inkariy, observe, viaje en el tiempo, disfrute y juzgue usted quién “altera el paisaje” y quién contribuye a ponerlo en valor.

Verónika Mendoza

18 de marzo 2018

Fotos:

Foto: familia mérida

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